La Miss
Es invierno. Ella lleva unos guantes blancos que ocultan sus delicadas manos, unas botas negras que resaltan sus pantorrillas “de gimnasio” y una tenida verde.
Su silueta me recuerda una reina de belleza y su caminar lento hacia mi, al igual que en una película de suspenso, hacen que esos segundos parezcan minutos interminables.
Bajo la ventanilla de mi auto y me dice con una dulce voz: “señor, buenos días, sus documentos y los del vehículo por favor”. Se los entrego y pienso que saber su nombre me costará los 37 mil pesos de multa por pasar con luz roja.
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